
25 Jul Retos de las pymes ante la factura electrónica obligatoria
La eFactura es una de las iniciativas más destacadas en las estrategias hacia la oficina sin papel de las organizaciones. Pero su adopción está siendo irregular debido, en parte, a una amplia variedad de posibilidades que dificulta su implantación. En el último número de la revista DealerWorl se han analizado los retos de las pymes ante la factura electrónica obligatoria, un proceso que se iniciará en 2023 y culminará en 2025 con su exigencia a micropymes y autónomos.
Ya desde 2015 todas las empresas que trabajan con las AAPP están obligadas a emitir y recibir facturas digitales. Fue el primer paso para impulsar la adaptación de los sistemas empresariales a este documento electrónico que, como indicábamos, es uno de los pilares de los planes para desplegar la oficina sin papel.
A partir de 2023, la facturación electrónica será obligatoria en las transacciones de las empresas que facturen más de ocho millones de euros anuales y en 2025 se extenderá a todo tipo de entidad que desarrolle una actividad económica. El caso es que, de momento, a las pymes les está costando esta adaptación.
Mariano Cruz Oñate, Account Manager, Orbit Consulting Group ha sido uno de los especialistas a los que se ha dirigido Dealer World para tomar el pulso al estado actual de la factura digital en las pymes en el reportaje ‘La factura electrónica avanza, pero…’. Compartimos con vosotros las opiniones que transmitió al medio.
¿Cree que el proceso de Transformación Digital que están emprendiendo las pymes será suficiente para conseguir el propósito de adopción de la factura electrónica?
El hecho de que va a ser obligatorio lo hace inevitable. Y también cabe destacar que a través del Kit Digital, mediante el apartado de Factura Electrónica, al menos ya se inicia el camino al poder generar las facturas en formato FacturaE. Las subvenciones de los fondos NextGeneration EU son un importante impulso para que las pymes digitalicen el flujo de emisión de facturas a sus clientes.
No obstante, existen dos tramos: las grandes empresas, que tiene que estar ya listas antes de que termine 2023, y las micropymes, que tendrán dos años más de plazo.
¿Considera que también se conoce, con carácter general, esta distinción, así como los plazos previstos?
Este es un tema que creo que está pasando un poco desapercibido por parte de las pequeñas empresas que, hasta que no llegue el momento, me temo que no van a realizar ningún movimiento en este sentido.
Por otra parte, habrá que ver cómo queda la norma para las empresas más grandes que tendrán que adaptarse antes de dos años contados a partir de su publicación. Desde mi punto de vista, la unificación es esencial, porque ahora mismo existen muchas empresas que sólo permiten factura electrónica, pero cada una con un sistema propio diferente.
¿Cree que el coste de la puesta en marcha del proceso hace que muchas pymes decidan esperar hasta el final del periodo establecido antes de dar el paso? ¿O hay más razones para no hacerlo?
Como comentaba antes, las pymes van a esperar hasta el último minuto, a menos que alguna de las empresas grandes les exija la facturación por este nuevo sistema, en cuyo caso no tendrán más remedio que utilizar este servicio.
¿Qué papel cree que debería jugar aquí el Canal?
Evidentemente, la opción es informar a nuestros clientes con algún tipo de documento elaborado ex profeso que, de entrada, les aclare todos los puntos que va a necesitar conocer para unirse a estas funciones. Antes de plantearles desarrollos posibles es fundamental que sean conscientes de la nueva situación. Una vez analizado el entorno que se abre, será el momento de implantar la tecnología oportuna e integrarla óptimamente en sus sistemas de gestión de manera personalizada según sus necesidades.